Garcillán, un pueblo bajo el «miedo» a un violador
El regreso a la localidad segoviana de Mario Ayuso Gómez, conocido como el ‘violador del fin de semana’, ha puesto en alerta a sus vecinos que temen que este hombre que fue condenado a 181 años de cárcel vuelva a reincidir:«Algunas madres no dejan salir solas a sus hijas», indica una vecina
La calma reinante al filo del mediodía en el pueblo segoviano de Garcillán la rompe la campana de la iglesia parroquial, a la par que el paso de los tractores, siendo la agricultura el principal sector productivo en la zona junto a la Panificadora situada a las afueras del pueblo. También rompen el silencio los obreros que trabajan en la Casa Consistorial, totalmente vallada en su perímetro, y en la que se ejecutan obras de mejora de eficiencia energética, gracias a diversas subvenciones a las que ha podido acceder un Ayuntamiento pequeño con pocos recursos económicos propios.
Garcillán no es un pueblo fantasma por el día, sino que es un municipio dormitorio de Segovia, ciudad a la que le separan apenas 16 kilómetros, de ahí que durante las horas centrales muchos estén trabajando y solo regresen a sus domicilios al terminar su jornada laboral .
La calma, que por lo general impera en sus calles, se rompió el pasado miércoles 20 de abril cuando corrió como la pólvora la noticia de que el conocido ‘violador del fin de semana’ había regresado al pueblo tras cumplir 32 años de condena por violaciones sexuales cometidas a finales los años 80. Justo el día antes había solicitado las llaves de la vivienda familiar, donde decidió hospedarse tras salir de la cárcel.
Mario Ayuso, de 62 años de edad, ha vivido más de media vida entre rejas y tras cumplir la pena regresó a Garcillán, donde residía por aquel entonces con sus padres, pero ahora 32 años después todo ha cambiado. Condenado a 181 años de cárcel por 21 delitos: 17 violaciones en sus diversas formas en Madrid, donde acudía los fines de semana, tres abusos deshonestos y un robo, su historial delictivo puso en alerta a los vecinos de esta localidad que apenas supera el medio millar de habitantes: 512 vecinos. Eso sí, ha recuperado población porque cuando sucedieron los hechos por los que se condenó a Ayuso, tenían poco más de 350 habitantes.
«Ha habido una tensión bastante acusada, se ha visto a la gente con el primer boom que mostraba un rechazo total a que viviese aquí una persona con estos antecedentes» , explica Javier Gómez, el joven alcalde del municipio que ni siquiera había nacido cuando sucedieron estos atroces acontecimientos. Gómez reconoce que «cuatro quintas partes del pueblo no sabíamos de esta historia. Nos la ha contado la gente que tiene más de 50 o 60 años, y nos hemos enterado de quién era esta persona y que no cometió ninguno de los delitos en el pueblo».
Desde el Ayuntamiento el pasado día 20 pusieron en alerta a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que activó a patrullas de los cuarteles de Segovia, y de Santa María la Real de Nieva para incrementar la vigilancia en la zona. «Fue una medida tranquilizadora, a pesar de que es una persona que ha cumplido con la Ley. Él es libre con todos sus derechos, pero al existir intranquilidad se dio el avisó para reforzar la seguridad». La Subdelegación del Gobierno en Segovia confirma la solicitud y la medida temporal de refuerzo en el municipio, principalmente en la zona donde reside Mario Ayuso Gómez.
INQUIETUD VECINAL
El pueblo ha vivido una montaña rusa de sensaciones en las últimas jornadas, en las que la palabra miedo ha sido repetida por sus vecinos una y otra vez. «Fue un shock al enterarnos que venía al pueblo. Para nosotros fue como un jarro de agua fría», indica una joven. Ella como tantos otros vecinos no había venido al mundo cuando se cometieron los hechos por los que se condenó a su nuevo vecino, pero la tradición oral, esa fuente de sabiduría en el área rural, ha hecho que un tema que estaba oculto, casi guardado en silencio durante décadas, haya vuelto a salir a la luz a pesar de ser un acontecimiento desagradable.
Poco acostumbrados a ser noticia en los medios de comunicación, el hecho de que algunas televisiones nacionales hayan acudido esta semana ha aumentado ese malestar creciente y «esa inquietud general» en un pueblo tranquilo, con más vida durante los fines de semana y sobre todo cuando celebra sus fiestas patronales.
«Son hechos desgraciados que nos tocó vivir», indica otro vecino de avanzada edad, que recuerda lo que sucedió en aquellos años porque «yo le vi nacer a este hombre, y conozco a su familia». Pero defiende que han pasado muchos años, y que en esta localidad ya «no viven los hijos del pueblo», en alusión a que ha vivido un cambio generacional, y han sido familias jóvenes las que se han asentado en la localidad por las condiciones de cercanía a Segovia, también a Madrid, de la que dista apenas 90 kilómetros por carretera. Este hombre asegura que ahora «es mejor no hacerle ni aprecio ni desprecio».
Un casco urbano en el que la oferta hostelera se limita a un bar, donde varios jóvenes disfrutan de su consumición al sol en la terraza. Ellos tampoco vivieron esos momentos, pero uno al ser preguntado por este diario explica que «todo el mundo conocemos su historia porque nos la han contado nuestros padres, pero que no daba buena fama al pueblo y se ha quedado en silencio durante años». No se fían tampoco de que Mario, a sus 62 años, pueda tener deseos sexuales y pueda reincidir, aunque sí tienen claro que como ocurrió hace años «no lo haría en el pueblo por respeto», y buscaría lugares donde «mantenerse en el anonimato». Aunque otro interrumpe la conversación para preguntarse: «¿Quién te dice que no puede volver a hacerlo?».
Otra joven que va de paseo con su mascota es clara al señalar que hace días decidió comprar spray pimienta para su uso como defensa personal, como también lo hicieron otras vecinas que no se fían de su llegada . «Aquí sí que recordamos cuando tuvo un permiso de un mes, y había intranquilidad», indica, aunque subraya que este hombre ahora «está más cascado», fruto del tiempo que ha pasado entre rejas desde finales de los años ochenta. Aunque prefiere no dar su nombre, sí confirma que «el miedo existe y es real y que muchas madres no dejan ir a hijas pequeñas a dar un paseo solas por el pueblo». Si en los primeros días casi el 80% de los vecinos no le conocía ahora aquellos que están asentados y hacen vida en Garcillán sí que han coincidido con él. Una mujer que aprovecha para dar un paseo por el entorno del pueblo asegura no entender «esta polémica» y pide que «se normalice» porque a su juicio es más indigno «cuando se ha dejado libres a etarras se ha aplaudido», y cree que no «se debe señalar a nadie nunca».
Ese sentir también es la sensación que se percibe de conversar con otras vecinas que están «más tranquilas porque va a empezar a ir a terapia al Antonio Machado –centro de salud mental-, porque tiene otros problemas». E invita a «olvidar su historia», y que «pueda vivir en el municipio porque lo mismo necesita ayuda al llegar a un pueblo donde está solo y no tiene familiares cerca». Mario se crió en una familia de cuatro hermanos, y solo una, la más joven vive en Segovia, y los vecinos reconocen haberla visto recientemente en este municipio segoviano. En ese trasiego por Garcillán una mujer reconoce haber visto al conocido como ‘violador del fin de semana’ estos días a primera hora «cuando coge el autobús. Hay miedo a que pueda encontrarse con los escolares en la parada de bus» cuando acuden a estudiar al Centro Rural Agrupado Los Llanos en la cercana localidad de Valverde del Majano, porque como en otros municipios de Castilla y León la educación no llega a todos ellos, sino que ha de buscarse en centros agrupados.
El rechazo a la violencia de género no solo se defiende con palabras en esta localidad sino que también se plasma en sus calles con mobiliario urbano que se ha financiado con fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género , y que remarca esa lucha común frente a esta lacra social. La paz existente que había en esta etapa primaveral se ha roto con la llegada de un hombre juzgado y condenado a 181 años de cárcel, pero que cumplió la pena máxima impuesta Varios estudios cifran en un 10% la posibilidad de que estas personas, rehabilitadas, vuelvan a cometer los mismos delitos. Tras la «tempestad llega la calma», o eso espera el alcalde JavierGómez, que cumplirán próximamente tres años como regidor en la localidad, bajo las siglas del PP, y que ha vivido unos días complicados, aunque ya con «menos tensión». La vida de los vecinos de Garcillán ha dado un giro inesperado.