Diario de Valladolid

Vuela, alimoche, vuela...

Tras cerca de dos años de recuperación, en unos días emprenderá un viaje incierto que le llevará desde la Montaña Leonesa hasta el Sahel, con un GPS que permitirá a los expertos conocer un poco más sobre los movimientos de esta especie catalogada como vulnerable.

José Jambas (izquierda) y Javier Garcia instalan el GPS. EM

José Jambas (izquierda) y Javier Garcia instalan el GPS. EM

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JAVIER VALENZUELA | VALLADOLID
Valladolid

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Esta historia, con final feliz, comenzó un 24 de septiembre del año 2018. Un celador de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León recogió, tras una llamada de un ciudadano, a un j oven alimoche que se encontraba en Geras , en plena Montaña Central de León. Esta ave, probablemente, había abandonado su nido pocas semanas antes.

Este tipo de hallazgos, de diferentes especies, no son infrecuentes en el valle de San Emiliano. Algunos pollos, por su falta de experiencia y pericia en el vuelo, se caen del nido y aunque algunos logran remontar, otros, no.

El protagonista de nuestra historia fue localizado en un avanzado estado de desnutrición. En las aves, esta falta de alimentación se traduce en que su plumaje no se desarrolla con normalidad y presentan una incapacidad para volar con la destreza que los pollos tienen en estas primeras semanas de vida.

Con esta situación, a nuestro alimoche leonés, se le trasladó al Centro de Recuperación de Animales Silvestres de Valladolid. Le esperaba una larga estancia. Durante los años 2019 y 2020 fue recuperándose poco a poco. El animal iba cogiendo peso, despacio pero constante y gracias a los cuidados de los profesionales logró mudar su plumaje, algo fundamental para la segunda parte de nuestra historia. Todas estas noticias permitieron albergar esperanzas al equipo multidisciplinar que trabajo con este «paciente». En las más de 55.000 ha que componen la ZEPA Valle de San Emiliano apenas habitan 6 parejas de alimoche; salvarlo era una misión y un reto para todos los implicados en esta operación.

Con sus nuevas plumas, era el momento de empezar a fortalecer sus alas. Para ganar musculación, fue trasladado primero al Centro de Recuperación de Segovia, que dispone de unos voladeros muy adecuados para este tipo de especies carroñeras. Tras su paso por la ciudad del Acueducto se le trasladó hasta el C.R.A.S. de Burgos.

Aquí, y gracias a sus grandes y nuevas instalaciones, completó esta segunda etapa que buscaba perfeccionar su pericia y capacidad de vuelo. Un trabajo concienzudo y lento, pero que con el paso del tiempo y la experiencia de los equipos implicados se demostró acertado.

Con todo lo realizado en estos cerca de dos años, nuestro alimoche ya se encontraba en la situación idónea para su reintroducción en la Montaña Leonesa.

CONOCER PARA APRENDER

Los profesionales dieron luz verde a su liberación. Para ello y como es habitual decidieron que el lugar donde se llevaría a cabo fuera la misma zona donde se le encontró en el año 2018. Para los expertos, si el ave se aclimata y habitúa rápidamente a su nuevo entorno las posibilidades de éxito de la reintroducción aumentan exponencialmente, porque la fauna se adapta mejor al reencontrarse con su hábitat originario.

Para poder obtener gran cantidad de información sobre esta especie se decidió ponerle un emisor GPS-GSM de radiomarcaje. Con la información que transmitiera, los expertos podrían conocer cómo es su evolución, qué movimientos realiza, si se encuentra en zonas con alimentación… datos valiosísimos para seguir actuando en favor de esta especie catalogada como vulnerable y de la que existen pocos ejemplares en la Montaña Central Leonesa.

La instalación del emisor es una labor sumamente delicada. Es en este momento donde entran en escena dos biólogos con amplísima experiencia: el leonés Javier García y el portugués José Jambas. Gracias a su maestría, delicadeza y años de estudio de la avifauna, fueron los encargados de poner el arnés con el GPS a nuestro alimoche, que fue facilitado por Saloro, empresa que mantiene un programa de conservación de diferentes especies asociado a un proyecto minero en Barruecopardo, en la provincia de Salamanca. Javier y José realizaron una labor concienzuda que requería de temple y agilidad para evitar que el animal se estresara innecesariamente o que se le pudiera soltar el radiomarcaje. Además, el alimoche debía sentirse cómodo y no notar nada extraño en su espalda.

AHORA SÍ, LLEGÓ EL MOMENTO

Fue el pasado 7 de julio en la Montaña Central Leonesa. A través de los celadores de medio ambiente de la zona, nuestro alimoche fue puesto en libertad. Desde las primeras horas, el GPS emitió una señal clara y permitió a los expertos comprobar cómo iba evolucionando. Los primeros días realizó pequeños desplazamientos por las montañas de la comarca de Babia, buscando y analizando su nueva ubicación.

El primer gran reto al que se enfrentó, tras pasar cerca de dos años «ingresado», y su falta de experiencia, fue la búsqueda de alimento. Su dieta está basada en carroña, tanto de ganadería doméstica como de pequeños vertebrados, y si es difícil encontrarla en el monte, más aún es hacerlo antes que por ejemplo los buitres leonados y los córvidos, su gran competencia. El área en el que se le liberó cuenta con mucho movimiento de ganado pues son zonas tradicionales de aprovechamiento de pastos en los meses estivales, tanto por la vertiente leonesa como la asturiana, algo que está facilitando la alimentación de nuestro alimoche.

Pero ¿por qué en julio?, cuatro fueron los factores, relacionados entre sí que determinaron la época de suelta: el ave necesitaba tiempo de aclimatación; tenía que perder su inexperiencia en la búsqueda de alimentación; aumentar su musculación y afinar su instinto . Todo ello con tiempo suficiente para que pueda comenzar con garantías de éxito su migración hacia el sur.

Y AHORA, ¿QUÉ?

Como todas las aves migratorias, desde finales de agosto y durante el mes de septiembre su instinto le llevará hacia el sur para pasar el duro invierno europeo en el cálido Sahel. Mauritania, Mali y Senegal acogen todos los años a millones de aves de miles de especies que pasan allí los meses más complicados del año. Es un viaje de más de 2.500 km que le llevará atravesar desiertos, montañas, bosques…Javier García nos da una de las claves para que este viaje que empezó el 24 de septiembre del 2018, termine felizmente: «que sea capaz de unirse algún grupo de alimoches que le guíen en el paso del Estrecho de Gibraltar y el desierto de Sahara» . La falta de experiencia puede jugarle una mala pasada. Los expertos están diariamente conociendo, gracias al GPS, cuáles son sus movimientos lo que les permite albergar fundadas esperanza.

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