ISABEL MIJARES
«En esta situación las bodegas no deben perder el contacto utilizando las nuevas tecnologías»
UNA MUJER / UNA COPA DE VINO
Isabel lo ha sido todo en el sector del vino. No solo fue la primera enóloga en España , es también la mujer que más servicios ha prestado al sector vitivinícola en todos los campos. Ahora, como todos, muy preocupada por la alarma sanitaria, no deja de trabajar desde casa contactando con las bodegas y buscando fórmulas para apoyarlas. Insiste en que las bodegas no se paren, en que acentúen los contactos directos intersectoriales con grupos de restauración, sumilleres, vinotecas, exportadores y consumidores. Asegura que hoy la mujer lo tiene más fácil en el mundo del vino, pero el machismo no ha desaparecido. Y, aunque ahora no es momento para presumir, sonríe cuando afirma haberse tomado vinos con todos los presidentes del gobierno de España, con Juan Pablo II y hasta con Frank Sinatra.
Pregunta.- Malos tragos estos días…
Respuesta.- Así es. Pero no por ello el mundo del vino debe detenerse. Y no solo en las tareas de bodega y campo. También en no perder el contacto con el sector. Las bodegas no pueden parar. Desde casa tienen que acentuar los contactos directos intersectoriales con grupos de restauración, sumilleres, vinotecas, exportadores y consumidores. Las nuevas tecnologías ahora son más necesarias que nunca.
P.- ¿Cuántos años lleva vinculada al mundo del vino?
R.- Uff… Yo tengo la impresión de que toda la vida. Todo empezó en 1969, cuando volví de Francia. Además, mi familia ya tenía una pequeña bodega en la zona de Sahagún, en León y tengo recuerdos de aquello que me han marcado mucho.
P.- ¿Cómo apareció la enología en su vida?
R.- Estudié Químicas cuando las salidas eran la investigación, la enseñanza o el laboratorio. Pero yo quería algo diferente, dedicarme a algo que tuviese alma, que me emocionara. Y estudié Enología, aunque podría haberme dedicado al perfume.
P.- Usted fue la primera mujer con una titulación superior en Enología… ¿Era en la época de Émile Peynaud?
R.- La verdad es que en Burdeos estaban todos los enólogos top, incluido Émile Peynaud. Él fue el que más me ayudó y quiso que tradujera su libro “El gusto del vino”, porque decía que yo entendía su mensaje mejor que nadie. Teníamos mucha empatía los dos.
P.- Hoy las mujeres están muy preparadas y son mayoría en el mundo del vino, pero por aquel entonces no era así…
R.- Yo nunca tuve problemas por ser la única mujer. Al menos no fui consciente de ello. Sabía que mi formación era superior a la del resto: había hecho Químicas, Enología, Análisis Sensorial, Viticultura… Realmente me sentía preparada.
P.- En los 70, fue la primera mujer al frente de un Consejo Regulador de una DO. ¿Cómo fue?
R.- Me lo propusieron en Valdepeñas y recuerdo que vinieron los bodegueros a buscarme. Me dijeron que querían tener un presidente con amplios conocimientos de vino y buenas relaciones con los organismos internacionales. Yo era la secretaria general de la Unión Internacional de Enólogos y pensaron en mí.
P.- ¿Es verdad que se tomado un vino con todos los presidentes de Gobierno de este país?
R.- Con muchos presidentes de España y del extranjero. También con Juan Pablo II y hasta con Frank Sinatra o Cantinflas.
P.- ¿Cómo ve el sector del vino en España?
R.- Tenemos grandes virtudes, pero el principal problema es la falta de cohesión. Somos muy individualistas y cada uno va a su bola. Por eso somos tan buenos en deportes como el tenis… Debemos aprender de otros países que han apostado por el corporativismo en el mundo del vino, como es el caso de Chile o Francia.
P.- ¿El papel de las Denominaciones de Origen?
R.- Yo admiro de corazón a las Denominaciones de Origen, pero deben ir adaptándose a los nuevos tiempos. El productor ha de tener libertad y estar supervisado por un buen control del sector. Un buen control, no un gran control. Las DO deberían cambiar los reglamentos y dejar que el sector participe en esa renovación.
P.- Todos recordamos el vocabulario que empleaba para describir el vino, como el aroma a “cajón de sacristía” o “sotana de monja”. ¿Esos aromas le recordaban a esas cosas?
R.- El vino es como un ser humano y nosotros decimos, por ejemplo, “esto me huele a la cocina de la abuela”. Quería acercar el vino al alma con ese vocabulario.
P.- ¿Qué consejo daría hoy a esa profesional preparada del mundo del vino? Hoy lo tienen más fácil.
R.- Lo tiene más fácil, pero el machismo no ha desaparecido de España. Dejan trabajar a la mujer hasta cierto punto. Mi consejo es: la enología es una vocación. Si no estáis dispuestas a trabajar en ello, dedicaos a otra cosa porque es muy duro.