UN HOMBRE | UN CAMINO
«Me llamaban loco cuando me veían pintando flechas amarillas por los pueblos de Valladolid»
ARTURO GARCÍA
Nació en la ermita de San Isidro, en Valladolid. Una buena toma de tierra que contrasta con los vericuetos del camino de Santiago. De la quietud de la ermita a las caminatas por media España. Su trabajo en camino vallisoletano fuera de las grandes arterias jacobeas ha colocado a la provincia de Valladolid en el mapa santiaguista. El albergue de Puente Duero atendido por la asociación Ajova es un buen ejemplo de lugar que conserva el aire y el ambiente jacobeo. Arturo, hospitalero de vocación atesora un largo recorrido por distintas vías jacobeas con más de 15.000 kilómetros andando por el Francés, la Vía de la Plata, el Salvador, el de Madrid y el Portugués, entre muchos otros. Hoy sus credenciales cuelgan en la pared del albergue de Puente Duero en el que, junto a uno grupo de entusiastas y voluntarios, devuelven a los peregrinos que se alojan y sellan su credencial el mismo trato y atención que ellos recibieron. Arturo ha conseguido que la provincia de Valladolid suene en el mundo jacobeo.
Pregunta.- Valladolid está fuera de los caminos de Santiago histórico… ¿El vallisoletano tiene afición al Camino?
Respuesta.- Actualmente sí. Se está incrementando la salida de peregrinos desde Valladolid debido al auge y conocimiento de este camino que tenemos en Valladolid y provincia y al de los albergues. Tanto la Diputación como el Ayuntamiento de Valladolid se han esmerado en dar un alojamiento a esos peregrinos que recorren el camino hacia Santiago.
P.- ¿Cuáles son las poblaciones más jacobeas de Valladolid?
R.- Pueden ser Alcazarén, con su iglesia de Santiago; Simancas, con la iglesia del Salvador que es una preciosidad, y Wamba. También Medina de Rioseco, Villalón, Melgar, Santervás… En el camino del Sureste está Tordesillas y Medina del Campo, además de Puente Duero.
P.- ¿Los vallisoletanos no se han dado cuenta de lo que tienen?
R.- Han tardado, tal vez porque los del camino también hemos tardado en dar a conocer todo ese patrimonio y esa historia que encierran nuestros pueblos. Cada vez son más los peregrinos que están saliendo desde Valladolid y lo comprobamos por todas esas credenciales que estamos concediendo. En este mismo año se han incrementado en 100 las personas que han dormido en nuestro albergue.
P.- Hace 20 años nadie hablaba del camino en Simancas o Tordesillas y ahora sí. ¿Lo hemos asimilado ya?
R.- Sí. Me acuerdo de cuando me llamaban loco cuando me veían pintando las flechas amarillas por los pueblos, pero ahora ya saben lo que son los peregrinos y conocen las necesidades que demandan. No pedimos lujos, solo un lugar de descanso y somos conscientes de que, si continúan las cifras, se incrementarán los establecimientos.
P.- ¿Qué diferencia hay entre una ruta de senderismo y el Camino?
R.- En una ruta turística uno va a hacer unos kilómetros y después regresa tranquilamente a casa. El Camino de Santiago es recorrer un día, otro y otro. Es polvo, lluvia, barro. Y es estar contigo mismo, encontrarte y seguir con una promesa, una ilusión, una esperanza. Algo que hemos perdido en la vida y que haciendo el Camino vamos a encontrar. Además nos abrimos a otros peregrinos al compartir lo que padecemos.
P.- ¿Cuál es el principal motivo por el que se hace el Camino de Santiago?
R.- Normalmente es cultural, al margen de la espiritualidad que cada uno lleve y de que, a medida que pasan los días, el Camino te va diciendo porqué estás ahí.
P.- ¿Cuál es el perfil de los peregrinos que cruzan Valladolid?
R.- Los hay de todas las clases. Normalmente, clase media con entre 20 y 40 años. A partir de marzo y abril suelen se extranjeros en torno a los 60, 70 años. Los países de origen también son diversos. El más alejado ha sido Alaska. También Noruega, Eslovenia, Polonia, EEUU, Canadá… Y por supuesto alemanes, franceses e italianos.
P.- Y todo eso, en Valladolid.
R.- Sí. Hay una cosa que siempre digo y es que es muy triste: somos más conocidos internacionalmente que aquí en Valladolid. Muchos vienen preguntando por el albergue de Puente Duero y eso nos satisface.
P.- ¿Por qué se debería hacer el Camino de Santiago?
R.- El Camino me ha enseñado la relación con las gentes de nuestros pueblos, que en esta vida todos nos necesitamos unos a otros. Nos hace poner los pies en la tierra, olvidar el orgullo y compartir con el de al lado. Fomenta el diálogo, la amistad. Nos hace más humanos.
P.- ¿Cómo define un albergue de peregrinos?
R.- En la época medieval se les llamaba hospitales o alberguerías, después se pasó a llamar albergue. Es ese edificio sin ningún ánimo de lucro que acoge al peregrino que está realizando el Camino. Nuestro cometido es llanamente ofrecerle la acogida para que descanse un día, nada más es eso.