La Comunidad se mantiene en el tercer puesto de esperanza de vida en España
Gana dos años y cinco meses desde 2004 y 44 en el último siglo, hasta los 83 años y once meses / Sube 8 puntos hasta el 16,6% el número de castellanos y leoneses que ve su salud ‘muy buena’
Un niño que nazca hoy en Castilla y León tiene una esperanza de vida de 83,9 años, lo que traducido al sistema duodecimal del calendario se traduce en 83 años y algo menos de once meses. Así lo desveló esta semana el Instituto Nacional de Estadística (INE), en una publicación del martes con datos referidos al último ejercicio cerrado, 2018.
La esperanza de vida en los últimos 14 años se ha incrementado en la Comunidad Autónoma en dos años y cinco meses. Un año entero en menos de una década, ya que 2010 registró ya una cota de 82,9. La subida es espectacular si se echa la vista atrás con una perspectiva de varias décadas. Más aún si se retrocede un siglo, con datos referidos en aquellos años al conjunto nacional. Se vive en la región 44 años más que en 1920, cuando apenas se rozaban los 40 años de media.
La estadística no puede siquiera compararse al año 1919, ya que los estragos de una pandemia de gripe que se inició en 1918 hicieron caer en picado los datos, con una brecha en la gráfica por debajo de los 20 años de esperanza de vida al nacer. Para superar los 50 hay que trasladar la mirada a 1929. Los 60 se superaron en 1945, los 70 en 1970 y los 80 allá por 1987.
Según los últimos datos del INE, Castilla yLeón se mantiene en tercer lugar en esperanza de vida entre las Comunidades Autónomas españolas, sólo por debajo de la Comunidad de Madrid, con 84 años y 9 meses, y Navarra, con 84 años y 2 meses. A la cola se quedan Ceuta y Melilla, con 80,8 y 80,5 años, y Andalucía, con 81,9.
Está, así, por encima de la media nacional, que se sitúa en 83 años y algo más de 2 meses. La evolución en el total nacional también ha sido pronunciada en los últimos 14 años, con 2 años y casi 11 meses más.
Los datos no son idénticos si se segregan por sexos. En el conjunto nacional, mientras una mujer puede esperar vivir 85 años y 11 meses, un hombre será menos longevo, hasta los 80 años y medio.
Todos esos datos se refieren a la estimación al nacer. Cuando se habla del horizonte de años a distintas edades, también se ha ido incrementando significativamente en las últimas décadas y de manera destacada en edades medias y altas. En el año 2008 la esperanza de vida de las personas de 70 años en España era de 16 años, y en el año 2017 alcanzó un valor de 17 años y algo más de un mes. Para las personas de 80 años, su esperanza de vida en 2008 era de 9 años, mientras en 2017 fue de 9 años y 9 meses. Quien cumpliera 90 años en 2017, tenía un horizonte de vida de 4,7 años.
MÁS QUE LA UE
La comparación de los datos con la media de la Unión Europea (UE) también deja a España, y aún más a Castilla y León, en muy buen lugar. En la UE de los 28, en 2017 la esperanza de vida al nacer era de (80 años y casi 11 meses, mientras que en España fue de 83 años y casi 5 meses.
Pero aparte de «añadir años a la vida» –tal como reza el lema que tanto repitió la Consejería de Bienestar Social de la Junta (hoy Consejería de Familia) a finales de los años 90–, es importante «añadir vida a los años». José Manuel Fernández Santiago no se cansaba de repetirlo en cada convención de personas mayores cuando llevó las riendas de ese área.
Por eso es conveniente contrastar los datos de esperanza de vida con la satisfacción de los ciudadanos con su propia salud. El INE publicó esa estimación también el pasado martes, por medio de la encuesta de ‘salud autopercibida’.
El incremento en la satisfacción de los ciudadanos con su propia salud es muy significativo. Desde el año 2005 hasta 2018 los que consideraban su estado de salud ‘muy bueno’ en Castilla y León subieron desde el 8,6 al 16,6%. Los que consideraban que era simplemente ‘bueno’ se mantuvieron, más o menos, desde los 56,2% al 54,4%, con una leve caída. También se mantiene casi igual la franja de opinión ‘regular’, del 21,3 al 21,4%, mientras que los que se ven con una mala salud bajaron del 11,8 al 6,3, y los que se perciben con una salud ‘muy mala’ bajaron del 2,2 al 1,3%.
A nivel nacional, en el año 2018, un 22,6% de personas de 16 y más años declaraba un estado de salud autopercibido ‘muy bueno’; un 51,1% un estado ‘bueno’; un 19% un estado ‘regular’; un 5,7% un estado ‘malo’ de salud y un 1,6% un estado de salud ‘muy malo’.
Al desagregar las personas que declaraban un estado de salud ‘muy bueno’ en el año 2018 según las Comunidades Autónomas, los porcentajes más altos correspondieron a Canarias (35,2%), mientras que las personas que declaran un estado de salud ‘muy malo’, el porcentaje más elevado en el año 2018 correspondió a la Región de Murcia (2,7%).
Según la variable sexo, un dato que el INE sólo desagrega respecto al conjunto nacional, en el año 2018 era superior el porcentaje de hombres que declaraban un estado de salud ‘muy bueno’, el 24,1% y ‘bueno’ el 52,6%, a los porcentajes de mujeres que declaraban estos estados de salud. Ellas lo consideran ‘muy bueno’ en el 21,1% de los casos, y ‘bueno’ en el 49,7.
‘Regular’ se encontraron en ese mismo 2018 un 17,5% de hombres y un 20,4 de mujeres, mientras que ‘mal’ se percibieron el 4,5% de hombres y el 6,9% de mujeres. El peor registro, el que corresponde a un estado de salud ‘muy malo’ fue señalado por el 1,3% de hombres y el 1,9 % de mujeres.
En relación a la edad, al aumentar el número de años también sube el porcentaje de personas que declaran un estado de salud: regular, malo, o muy malo. Así, mientras un joven de 16 a 25 años se ve con una salud ‘muy buena’ en el 52,8% de los casos, baja a sólo el 5% cuando se trata de una persona de 65 o más años. A esas mismas edades señaladas, la categoría de salud ‘buena’ baja del 52,9 al 37,2%; la ‘regular’ sube del 4 al 38,3%; la de ‘mala’ del 0,3 al 15% y la ‘muy mala’ del 0 al 4,6%.
Si se tiene en cuenta el tipo de hogar, los porcentajes más elevados de personas que declaraban un estado de salud ‘muy bueno’ correspondían al hogar formado por adulto solo con hijos dependientes (el 34,5%) y al hogar formado por dos o más adultos con hijos dependientes (el 29,7%). Los porcentajes más elevados de personas que declaraban un estado de salud ‘muy malo’ correspondían al hogar formado por mujer sola de 65 y más años (el 4,4%).
En cuanto al nivel de renta, para el estado de salud ‘muy bueno’ a medida que se eleva el nivel de renta aumenta el porcentaje de personas que declaran este estado de salud. En relación al nivel de educación, el porcentaje más alto de personas que declaraban un estado de salud muy malo correspondía al nivel más bajo de formación.
POR NIVEL DE ESTUDIOS
Así, los ciudadanos que sólo estudiaron Educación Primaria vieron en 2018 su estado de salud ‘muy bueno’ en el 12% de los casos; ‘bueno’ en el 47,2; ‘regular’ en el 28%; ‘malo’ en el 9,9 y ‘muy malo’ en el 2,9% de los casos. Esa misma sucesión registró, en el caso de los que estudiaron Secundaria, el 27,7; 54,7; 13,8; 2,8 y 0,9%. En el caso de los que cuentan con estudios superiores, anotó el 31,7; 55,5; 10,5; 2 y 0,3% respectivamente.
Considerando la nacionalidad, los porcentajes más elevados de personas que en el año 2017 declaraban un estado de salud ‘muy bueno’ y ‘bueno’ correspondían a las personas de nacionalidad extranjera fuera de la UE, y a las personas de nacionalidad extranjera (UE). El porcentaje más alto de personas que declaraban un estado de salud ‘malo’ y un estado de salud ‘muy malo’ correspondía en el año 2018 a las personas de nacionalidad española.
Según el grado de urbanización del lugar donde vivan los encuestados, no se aprecian grandes diferencias. Se encuentran ‘muy bien’ de salud el 22,2% de los que viven en un área densamente poblada, el 33,1% de los que viven en un área de nivel intermedio y el 23,4% de los residentes en un área poco poblada. En la categoría del estado de salud ‘bueno’ esos registros anotan el 50,9; 45,5 y 58,1% respectivamente, mientras en la categoría ‘regular’ el 19,3; 15,6 y 15,8%.
SATISFACCIÓN
El INE publicó, junto a los parámetros de esperanza de vida y salud autopercibida, un estudio sobre la ‘satisfacción global con la vida’, que intenta poner nota al grado de complacencia de cada ciudadano con varias de sus circunstancias. Recoge la valoración subjetiva que hace la persona entrevistada de aspectos como la situación económica, la vivienda, el tiempo disponible, la confianza en los demás, las relaciones personales, la seguridad o la satisfacción con el trabajo actual.
En el estudio Castilla y León se sitúa en el medio de la tabla, con una nota media de satisfacción en 2018 de un 7,4 sobre diez, sólo una décima más que la media nacional. Ocupan el primer puesto, con un 8,2, las Islas Baleares y Melilla, mientras que bajan a los últimos puestos Galicia, con un 6,8, y Andalucía y Murcia, con un 6,9.
Se aprecia un incremento significativo de la satisfacción global de la Comunidad desde 2013, cuando la nota media sólo alcanzaba los 6,5 puntos, cuatro décimas por debajo de la media nacional.
La estadística distingue cuatro franjas de puntuación. Los castellanos y leoneses le ponen una nota de 0 a 4 a la satisfacción con su vida un 6% de los encuestados, mientras que un 18,6% le pone una calificación de entre un 5 y un 6. El 46% le pone entre un 7 y un 8, y le pone a su vida un 9 o un 10 el 29,5% de los consultados.
Según la Encuesta de condiciones de vida, la satisfacción media es de 7,3 puntos en el conjunto nacional. En UE de los 28 la satisfacción media con su vida (según últimos datos correspondientes al año 2013) es de 7,1 puntos, en ese año en España era de 6,9 puntos.
En relación a la edad, en los niveles bajos de satisfacción corresponden al grupo de 65 y más años. En los niveles de satisfacción de 9 a 10 puntos los porcentajes más elevados corresponden a la población de 16 a 24 años. Según el tipo de hogar en el nivel más bajo de satisfacción los porcentajes más altos corresponden a los formados por mujeres y hombres solos de 65 y más años.