Castilla y León lidera el ranking de absentismo laboral no justificado
48.350 castellanos y leoneses se ausentan a diario, cuatro de cada diez sin justificación / Casi el 2% de los ocupados (18.700) falta sin entregar baja / Supone un coste de 2.800 millones de euros
El temor a perder un puesto de trabajo es generalizado. La crisis económica inculcó la percepción de que un empleo es un ente volátil. Sin embargo, hay datos que apuntan a que ese miedo va, en parte, perdiendo fuerza entre los ocupados castellanos y leoneses. Y es que la aparente recuperación económica no trae únicamente buenas noticias, también conlleva un repunte estadístico en la tasa de absentismo laboral.
Y de eso Castilla y León bien sabe. Según un informe de Randstad Research, una compañía especializada en recursos humanos, la Comunidad lidera el ranking de autonomías con un mayor nivel de absentismo laboral.
Figura como la segunda de España en tasa de absentismo general (incluye las ausencias motivadas por bajas médicas y las situaciones no justificadas), sólo por detrás del País Vasco y empatada con Asturias. Pero salta al primer puesto nacional cuando se analizan las ausencias del puesto de trabajo sin que medie una baja médica que lo justifique. Además, los números no hacen más que incrementarse en Castilla y León.
Los datos correspondientes al tercer trimestre de 2017, extraídos de la Encuesta Trimestral de Costes Laborales que elabora el INE, ponen de manifiesto que en Castilla y León el nivel de absentismo ha provocado la pérdida de un 4,9% de horas pactadas. La cifra no sólo es seis décimas superior a la media nacional (4,3%), sino que se ha incrementado en un 0,46% en un año –la mayor subida experimentada de toda España–.
Este dato, traducido en personas, implica que cada día 48.350 castellanos y leones no acuden en la Comunidad a su trabajo. ¿La causa? Un 61% de los casos tenía a su favor una baja médica que explicara ese ‘abandono’.
Sin embargo, casi cuatro de cada diez casos (38,7%) no pudieron argumentar, al menos con un papel médico, el motivo de su falta al trabajo. Así, según este informe, casi 18.740 castellanos y leoneses no ocuparon su puesto de trabajo cada día y no entregaron baja médica. El volumen de ‘absentistas’ equivale al 1,9% de los 986.700 ocupados que figuraba en la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2017. Y lo que es más, en un año ese volumen se ha incrementado en un 0,19% –a nivel nacional lo hizo exclusivamente en un 0,01%–.
Sin duda, el mayor nivel se localiza en Castilla y León. Le sigue los pasos, en este caso, el País Vasco, con un 1,7%. Castilla y León supera a España en seis décimas. El análisis de esta compañía revela que en el país 247.000 profesionales faltan a su puesto de trabajo cada día sin baja médica, el equivalente al 1,3% de los ocupados.
Los menores niveles de absentismo a nivel general se localizan, en cambio, en La Rioja, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana, con tasas por debajo del 4%. Pero, cuando se hace referencia al absentismo sin baja médica, estos ratios varían. En este caso, las regiones del norte de la península presentan tasas más elevadas que las del centro y sur. Castilla y León, País Vasco, Galicia y Cantabria figura a la cabeza; en los puestos de abajo si sitúan Andalucía, Valencia, Madrid y Canarias.
El estudio detecta que el absentismo afecta de forma muy dispar a tres de los cuatro grandes sectores (industria, construcción y servicios). A falta de un análisis de lo que ocurre en el sector agrario, de la lectura del informe se extrae la misma conclusión: en todos ellos Castilla y León rebasa el promedio nacional, tanto sise trata de ausencias con baja médica como si no.
El sector industrial de la Comunidad cuenta con el mayor nivel de absentismo laboral. Alcanza el 5,9%, siendo la cifra más elevada de todo el país y un punto y medio más alto que en España. Lo mismo ocurre si se observa el absentismo en la industria de forma no justificado. En este caso, llega al 2,7% cuando la media nacional no sobrepasa el 1,3%.
En segundo lugar se coloca el sector servicios. Hasta un 4,7% de horas pactadas se perdieron. En este caso, existen cinco autonomías con un mayor nivel que el castellano y leonés, si bien el porcentaje va en aumento. Cuando se analiza el absentismo descontando las bajas por incapacidad temporal en este sector, Castilla y León sube a la segunda posición de la tabla, por detrás del País Vasco.
La construcción es el que cuenta con los menores índices de ausencias. En la Comunidad es del 3,1%, justo en la media del país.
Faltar al trabajo cuando estaba prevista su presencia tiene su coste que impacta de forma directa en las empresas. Pero no sólo porque el empresario deba pagar la prestación y la cotización a la Seguridad Social, sin que el trabajador haya acudido a su puesto de trabajo, sino porque representa «una pérdida de productividad y de eficiencia». «El absentismo lastra la competitividad» de la empresa», apunta el informe.
Las pérdidas son millonarias. Randstad ha cuantificado en su primer informe trimestral el coste que supone el absentismo. Habla de más de 2.800 millones de euros de pérdidas para las empresas castellanas y leonesas. Castilla y León figura como la séptima autonomía con mayor gasto empresarial. A nivel nacional, la cifra es de 50.200 millones de euros, lo que supone un 4,5% del Producto Interior Bruto nacional.
La mejora de la economía en las grandes cifras y, por tanto, las mayores posibilidades sobre el papel de recolocarse en el mercado laboral, pueden estar detrás de ese aumento del absentismo, pero también incluye en gran medida «la precariedad laboral». El palabras del secretario de Política Sindical de UGT, Raúl Santa Eufemia, «la concatenación de contratos, la inestabilidad de los calendarios laborales y la precariedad de los salarios» puede hacer que un trabajador deje más fácilmente su trabajo sin previo aviso a la empresa y comience en otro nuevo empleo, que aquellos que tienen contratos más estables y con calendarios preestablecidos.
Santa Eufemia, que hace un llamamiento a empresarios y trabajadores a que respeten sus relaciones contractuales, advierte de que «el primero que incumple es el empleador». «La responsabilidad social de las empresas no sólo sirve para hacer colegios o ayudar a discapacitados, debe comenzar con la responsabilidad hacia los trabajadores, con blindar sus derechos, con respetar sus horarios y fijar un calendario», apostilla.
Para Randstad, la solución para reducir estos niveles pasa por impulsar programas de prevención de riesgos y programas asistenciales para los empleados, y también por fomentar medidas de conciliación laboral, como puede ser la flexibilidad horaria.