PABLO R. LAGO / DIRECTOR EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN
«La credibilidad de los periódicos nace como Mauro con rigor y esfuerzo»
Los 14 premiados de esta edición de los Premios La Posada de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN como el principal baluarte y la mejor defensa del periodismo y los periódicos. Bajo este hilo conductor, el director de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN, Pablo R. Lago, defendió el trabajo, el esfuerzo y la dedicación de los galardonados, de los que aseguró que «llevan aparejado algo que se llama credibilidad». Una virtud «largamente labrada, que es fruto del sacrificio y de los valores y no del vértigo y el oportunismo».
Ese reflejo de los premiados le sirvió a Pablo Lago para hacer una defensa del «periodismo clásico, el de los periódicos». «Como puede ser la cabecera de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN. Porque detrás de todos ellos hay gente que responde con su mayor capital, su oficio y su crédito. Y empresas que responden con su responsabilidad social y prestigio», incidió Lago, durante su intervención en la gala de entrega de la quinta edición de los Premios La Posada, en la que sus primeras palabras fueron para el recuerdo «del que fuera nuestro director en Soria, de nuestro compañero, pero también nuestro amigo. Juan Francisco Corcuera, Corcu. Su ausencia es para siempre. Su recuerdo, también».
La defensa de ese periodismo tradicional, el de prensa escrita, la contrapuso el director de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN contra aquellos que ven acabado ya este trabajo y esfuerzo de años.
«Para quienes sostienen que los periódicos son lugares inhóspitos al optimismo y que sólo absorben la penuria y el desasosiego de la realidad, no me queda más remedio que el desacuerdo. Para quienes sostienen que el periodismo clásico, el de los periódicos, es una especie en extinción amenazada por la desaforada digitalización, tampoco me queda otra que el desacuerdo», afirmó el director Pablo Lago, quien quiso demostrar ese desacuerdo a partir de un punto de vista práctico, el de los premiados: «Me voy a valer de estas mujeres y hombres tan admirables para exponer mi tesis sobre la vigencia y el optimismo de los periódicos y el periodismo».
Y, así, fijando su mirada en los premiados, Lago desmontó la crítica de aquellos que señalan que los periódicos «sólo se alimentan de lastimeo y victimismo». «La realidad es también el admirable éxito de estos 15 galardonados a los que rendimos admiración. Y lo contamos. Lo contamos cada semana en el suplemento La Posada de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN desde hace más de dos décadas», manifestó Pablo Lago, quien dejó claro que «sería cobarde» no hacerlo porque significaría tanto como «renunciar a nuestras convicciones». Esas que emanan de los galardonados, a quienes agradeció «su impagable vocación de servicio por este tierra».
Para el segundo estigma, «ese de que los periódicos están abocados a desaparecer» fruto de la irrupción de «blogueros, tuiteros, yotuberos y otros agoreros», el director de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN puso como ejemplo a Mauro, a su credibilidad, que como la de los periódicos, «no nació de un día para otro, con prisas, sin oficio, sin esfuerzo, sin dedicación, sin constancia, sin responsabilidad; de buenas a primeras, sin rigor».
Y fue así, en palabras de Lago, «porque Mauro nació de la idea de un convencido y no de la ocurrencia de un arribista». Y como Mauro, Cocinandos, La Criolla, Espora Gourmet, las Justas de Hospital y el resto de los premiados. «La vida es infinitamente mejor con ellos», resaltó.
En este punto, Pablo Lago defendió «los periódicos hechos por periodistas», que, como los galardonados, «también podan, seleccionan, riegan, vigilan, velan... Y lo hacen con esfuerzo, con dedicación y con valores».
Para el director DE EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN «la obligación de los periodistas está en preservar el legado del periodismo sensato y responsable. El que se hace a conciencia y con conciencia».
La misma convicción y conciencia con la que Pablo Lago aseguró que estas navidades, además de brindar con el vino de esta tierra de Castilla y León, también lo hará con cava. «El veto lo guardo para los que nos desunen», resaltó Lago, para acto seguido afirmar: «Hacer lo contrario sería permitir que esos pocos empezaran a minar nuestras convicciones. Esas convicciones que nos han convertido en un país admirablemente conciliador, profundamente tolerante y asombrosamente solidario».
Lo «inmoral», según sus palabras, «sería renunciar a nuestras convicciones», finalizó.