Diario de Valladolid

Nostalgia para Reyes

Artesanos del juguete todavía perviven en Castilla y León con un producto único y cuidado que devuelve a la infancia a los mayores

Ángel y Concha, artesanos de la empresa de juguetes La Estrella, en Villarejo del Valle, Ávila.-ICAL

Ángel y Concha, artesanos de la empresa de juguetes La Estrella, en Villarejo del Valle, Ávila.-ICAL

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ICAL

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A las 11 suenan de fondo las señales horarias en Radio 3. De repente, con suavidad, llega a los oídos Tears in heaven, la canción que Eric Clapton escribió a su hijo de cuatro años para intentar sobrellevar su muerte. Parece como si el guitarrista inglés pretendiera recordarnos que le hubiera gustado regalarle al pequeño algunos de los coquetos y cuidados juguetes que presiden el taller artesano de Ángel Barroso.

Hace más de 17 años, este madrileño se instaló junto a su mujer, Concha Ventura, en el pequeño pueblo abulense de Villarejo del Valle para hacer realidad un sueño que empezó como una casualidad: elaborar a mano juguetes con nostalgia para dos públicos, niños y adultos coleccionistas, aquellos que hoy son padres pero que un día tuvieron otro tipo de ilusión. «Hacer juguetes es algo agradable. ¿Qué vas a pensar de un objeto que, para mí, coge vida y hará feliz a alguien? Es un trabajo muy apreciado», comenta.

Junto a un ventanal que da a un paraje de fantasía en el Bajo Tiétar, Barroso, sentado sobre una vasta butaca, sierra con hilo una pieza de madera. Toma curvas y jalona cada centímetro de este trozo de madera que tendrá forma de camello, un producto de artesanía único que acabará en las manos de un sonriente niño o en la estantería de un adulto que lo mimará casi a diario.

Son los productos paridos por Juguetes La Estrella. «Pusimos este nombre porque nos lo pidieron para participar en una feria y nos pareció original. Luego nos dimos cuenta de que ya había otros similares», se ríe.

«¿Estoy serio? Es que cuando trabajo me centro tanto...», ironiza justo antes de soltar una carcajada que se escucha con eco entre el nostálgico aroma a madera y belleza interior de unos juguetes que recuerdan a otra época, en una comarca que rezumaba artesanía en otros tiempos, hoy ya menos. Pero estamos en el siglo XXI...

Tableros de alisos, abedules, pinos, robles, castaños, nogales, hayas e incluso secuoyas se esconden tras la anárquica colocación que estos días presenta el taller y que en su momento serán juguetes que tendrán un precio a partir de 30 euros, con el norte como principal destino, «porque hay más dinero y tradición», admite. «Muchos piensan que son caros, pero cuando nos ven trabajar en ferias cambian de opinión, creen que es incluso barato», sostiene, justificando una aclaración que una gran parte de la sociedad respalda: lo artesano no es caro si se conoce su trabajo. De hecho, «muchos han vuelto tras probar durante la crisis los juguetes chinos». «No es lo mismo, lo siento pero no. Por suerte también tenemos clientes fieles», valora, informa Ical.

Primero se hacen los bocetos, se dibuja a escala y se eligen las piezas que pasarán por la combinada y que después serán encoladas entre sí. Por último, se trasladan al pequeño taller de pintura no tóxica que la pareja posee en el último piso de su vivienda. Parece fácil… Seguramente igual de sencillo que las primeras líneas del tema de Eric Clapton.

El de Ángel y Concha no es el único taller de juguetes en la Comunidad. En la localidad ponferradina de Villar de los Barrios, el artesano Antonio Barrios los elabora a base de madera y tela. Licenciado en informática y con experiencia en la hostelería, el maestro juguetero decidió hace trece años cambiar su oficio, realizar un curso de carpintería y dedicarse a la fabricación artesanal de pequeñas piezas medievales. «El trabajo manual siempre me ha gustado», reconoce Barrios.

Caballitos, bicicletas y patinetes forman parte del catálogo de productos nacidos en el taller. «Empecé haciendo juguetes medievales: espadas, escudos, hachas o arrastres. He evolucionado hacia cosas más grandes».

El cambio en el modelo de negocio de los últimos años tiene que ver con el descenso en la facturación de su tienda de Ponferrada, donde distribuye el material que elabora, junto a otros juguetes artesanos, y en la que los ingresos se han reducido hasta un 80%. «Hay que reinventarse continuamente», explica Barrios, que de cara al futuro apuesta por «olvidar el tema medieval para centrar la estética de la Revolución Industrial».

La última gran apuesta de Barrios está relacionada con el mundo de los muñecos y entronca con una tradición puramente leonesa como ‘la vieja del monte’, una bruja buena que abastecía de golosinas a los pastores de la montaña para que éstos las repartieran entre los niños. «Mi mujer está haciendo esa muñeca que está funcionando como una

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